miércoles, 4 de octubre de 2017

Simon Leys - Los náufragos del Batavia: Anatomía de una masacre


"El mar lava todos los crímenes de los hombres."



"Pero a pesar de las instrucciones que habían recibido, mientras los navegantes continuaron siendo incapaces de calcular su longitud, siguieron estando expuestos al peligro de un choque involuntario con el continente australiano. En doscientos años, de todos los navíos que partieron para Insulindia, uno de cada cincuenta no llegó nunca a destino (y, a la vuelta, uno de cada veinte no regresó nunca a Holanda). La mayor parte de estos desaparecidos no dejaron rastro alguno; solo cabe suponer que muchos se perdieron en la costa australiana, pero es imposible determinar su número exacto, ya que solo algunos de estos naufragios han podido ser localizados e identificados con precisión, a veces con siglos de retraso. Así, por ejemplo, un misterio rodeó largo tiempo la suerte del Zuytdorp: había zarpado del Cabo en 1712 con destino a Batavia, pero nadie lo volvió a ver nunca más. Doscientos años más tarde, en 1927, un pastor australiano descubrió en lo alto de un acantilado salvaje diversos objetos erosionados por el tiempo y por la herrumbre, pero con las marcas claramente legibles: habían pertenecido a miembros de la tripulación del navío perdido; y poco después, en efecto, unos submarinistas encontraron entre los arrecifes, en el fondo marino, lo que quedaba de su pecio. Era evidente que, tras el naufragio, un cierto número de supervivientes había conseguido escalar el acantilado, y posteriormente sobrevivir durante un tiempo en estos lugares desolados."

(Mike Dash - Batavia’s Graveyard)

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