I. PODER EMISOR
Desde época romana la moneda era una regalía, es decir sólo la puede acuñar el emperador, en especial la moneda de oro, de hecho recordemos que los pueblos germánicos que ocuparon la parte occidental del Imperio no pusieron nunca el nombre de sus monarcas en las piezas de oro, sino que seguían manteniendo el nombre del emperador de Roma o de Constantinopla, aunque llevara años muerto 2, algo que no cambió hasta que Justiniano inició una política de reconquista militar de Occidente. Fue entonces cuando los francos consideraron esta política una “ruptura” de hecho del antiguo pacto y decidieron acabar con los últimos lazos de dependencia formal y teórica que les unían al Imperio, y la mejor manera de expresarlo públicamente era utilizar una de las prerrogativas exclusivas del emperador, en este caso la acuñación a nombre del rey franco de una moneda de oro de tipo imperial 3. Este hecho, que a primera vista puede parecer anecdótico, no lo fue en la época, y causó una gran conmoción política en la corte de Constantinopla, siendo recogido por el historiador contemporáneo Procopio de Cesárea en su obra sobre las llamadas Guerras Góticas, considerándolo como una “usurpación inaceptable de las prerrogativas imperiales” 4. Este hecho se repitió en el otro gran reino germano occidental, el visigodo, unos años después, con Leovigildo.
Desde época romana la moneda era una regalía, es decir sólo la puede acuñar el emperador, en especial la moneda de oro, de hecho recordemos que los pueblos germánicos que ocuparon la parte occidental del Imperio no pusieron nunca el nombre de sus monarcas en las piezas de oro, sino que seguían manteniendo el nombre del emperador de Roma o de Constantinopla, aunque llevara años muerto 2, algo que no cambió hasta que Justiniano inició una política de reconquista militar de Occidente. Fue entonces cuando los francos consideraron esta política una “ruptura” de hecho del antiguo pacto y decidieron acabar con los últimos lazos de dependencia formal y teórica que les unían al Imperio, y la mejor manera de expresarlo públicamente era utilizar una de las prerrogativas exclusivas del emperador, en este caso la acuñación a nombre del rey franco de una moneda de oro de tipo imperial 3. Este hecho, que a primera vista puede parecer anecdótico, no lo fue en la época, y causó una gran conmoción política en la corte de Constantinopla, siendo recogido por el historiador contemporáneo Procopio de Cesárea en su obra sobre las llamadas Guerras Góticas, considerándolo como una “usurpación inaceptable de las prerrogativas imperiales” 4. Este hecho se repitió en el otro gran reino germano occidental, el visigodo, unos años después, con Leovigildo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario