4 (V 6)
(Roma, mediados o finales de diciembre del 62) 38
Marco Cicerón saluda a Publio Sestio 39, hijo de Lucio, procuestor.
Me ha visitado tu secretario 40 Decio solicitando en la entrevista mi colaboración para que por el momento no se nombre tu sucesor. Aunque lo tenía por persona honesta y por amigo tuyo, sin embargo a este hombre discreto no le di suficiente crédito cuando me decía que habías cambiado tan radicalmente de parecer, ya que tenía bien presente el tono de las cartas que me habías dirigido previamente. Pero, tras la visita de tu esposa Cornelia 41 a Terencia y la conversación que mantuve con Quinto Cornelio 42, he puesto cuidado en asistir a todas las sesiones del Senado y he desplegado toda mi actividad en relación con este asunto a fin de inducir al tribuno de la plebe Quinto Fufio 43 y a todos a los que te habías dirigido por escrito a que presten más crédito a mis palabras que a tus cartas. De todos modos el asunto en su conjunto ha sido aplazado hasta el mes de enero, pero resulta fácil conseguirlo.
Contagiado por tu entusiasmo, en el sentido de que tiempo atrás me habías manifestado tu deseo de éxito en mi compra de la casa de Craso 44, he adquirido precisamente esta mansión por tres millones y medio de sestercios 45 poco después de tu nota entusiasta. El caso es que ahora, te lo aseguro, estoy tan endeudado 46 que estaría dispuesto a participar en un complot si se me acogiese. Pero unos me rechazan llevados por el odio y abiertamente me guardan rencor como represor de la conjura; otros no se fían de mí y temen una trampa en la creencia de que no puede carecer de dinero quien ha sacado del atolladero al gremio de los prestamistas 47. De todos modos abundan los préstamos al seis por ciento. Además mi trayectoria me ha procurado un buen nombre digno de aval 48.
Tu casa y todos los edificios los he inspeccionado a fondo y los he encontrado en buen estado.
Respecto a Antonio, si bien todos lamentan el trato que de él recibo, sin embargo he asumido su defensa en el Senado con la mayor seriedad y diligencia, de suerte que la Cámara ha quedado fuertemente impresionada por mi autoridad y por mi discurso.
En cuanto a ti, desearía me escribieras más a menudo.
Notas
38 Sobre la fecha el único dato unánimemente aceptado es que sería posterior al 10 de diciembre. Shackleton en su comentario precisa que pudiera situarse en torno al 23.
39 La relación con Publio Sestio era cordial desde el momento mismo en que éste colaboró activamente en la represión de la conjuración de Catilina. Como cuestor del cónsul Gayo Antonio, evitó que los insurrectos se hicieran con Capua (Cíe., En def. de Sest. 9-11) y luego, siempre según Cicerón (En def. de Sest. 12), tuvo una intervención decisiva en el enfrentamiento final en Pistoya al convencer al cónsul Antonio para que cediera el mando del ejército a Marco Petreyo, militar de probada experiencia - Salustio, en cambio, omite toda mención al papel de Sestio (Conj. de Cat. 59-60)- . Como procuestor en el 62 acompañó a Antonio en su gobierno de Macedonia, desde donde solicita de Cicerón que interceda para conseguir una prórroga de su puesto. A esta demanda se responde en la carta presente.
Con posterioridad a los acontecimientos que aquí se mencionan, los destinos de Cicerón y Sestio seguirán cruzándose (vid. F. Münzer, «Sestius núm. 6», RE II A/2 (1923), cols. 1886-1890). Como tribuno de la plebe Sestio trabajó en favor del regreso del destierro del Aipinate (Cart, a Át. Ill 20, 3, y III 23, 2-4; En def de Sest. 70). Esta mediación le granjeó la enemistad de Clodio con el consiguiente hostigamiento de sus bandas armadas (En def. de Sest. 79) e incluso que fuera llevado por éste a juicio acusado de recurso a la violencia [de ui], proceso en el que sería defendido por Cicerón. Con posterioridad volverá a ser defendido por Cicerón de la acusación de ambitu (corrupción electoral) en relación con su candidatura a pretor en el año 52. En la guerra civil fue partidario de Pompeyo, lo que no fue obstáculo para que fuera perdonado por César y para que colaborara con él en la campaña de Asia Menor. Paralelamente a toda esta actividad más o menos política Sestio debió continuar con sus operaciones financieras, y así, por ejemplo, intervino como intermediario en la reclamación de Cicerón a su yerno Dolabela de la dote de su hija Tulia con motivo de su divorcio.
40 En el original librarius, que en latín designa de manera general al que se ocupa de libros, incluyendo tanto al copista como al comerciante, libre, pero también al escriba y a lo que hoy calificaríamos como secretario (igualmente en Cart. aÁt. X III19, 1).
41 Hija de Lucio Cornelio Escipión Asiático, cónsul en el 83, Cf. Cíe., En def. de Sest. 7,
42 Desconocido. Aparece de nuevo mencionado en relación con Terencia y con el préstamo a Cicerón (Cíe,, Cart, a Át. 1 12, 1),
43 Como tribuno de la plebe, Quinto Fufio Caleno intervino activamente en favor de Clodio en el escándalo de la Bona Dea (Cíe., Cart, a Át. I 14, 1, y 5-6; I 16, 2). Partidario de César, fue legado suyo en la Galia en el 51 (CÉS., G. de las Gal. VIH 39, 4) y luego cónsul en el 47.
44 Se trata de la primera mención a la casa de Cicerón sobre el Palatino que tantos quebraderos de cabeza le ocasionará. Por lo demás, el interés de Cicerón se comprende desde el momento en que fijar la residencia en una de las grandes mansiones del barrio aristocrático por excelencia, el Palatino, era un símbolo de la dignitas alcanzada. Plutarco (Cic. 8, 6) observa a este respecto que la compra de la mansión del Palatino tenía como finalidad facilitar la visita de una clientela que resultaba tan numerosa como la de Craso, gracias a sus riquezas, y la de Pompeyo, fruto de su prestigio militar. Sobre esta compra inmobiliaria y los avatares subsiguientes, vid. la introducción de J. M. B años en Cicerón. Discursos IV, Madrid, Biblioteca Clásica Gredos, núm. 195, 1994, págs. 91-101.
45 El precio le parecerá a Cicerón comparativamente razonable (Cíe., Cart. a Át. 113,6).
46 El endeudamiento de la clase dirigente fue uno de los males endémicos de la República Tardía que, a este respecto, puede ser calificada de plutocracia más que de timocracia. Si bien el desempeño de cargos públicos había sido siempre algo honorario a expensas del propio interesado, el incremento de la competitividad encareció desmesuradamente los costes, hasta el punto de que se convirtió en una práctica habitual endeudarse, sobre todo en los primeros pasos del cursus honorum, con vistas a resarcirse finalmente mediante un gobierno provincial. Sobre este particular, vid. M. W. Frederiksen, «Caesar, Cicero and the problem of debt», JRS 56 (1966), págs. 128-141.
47 Asediados por la violencia y por la amenaza de novae tabulae, esto es, por la condonación de las deudas que era una de las demandas de los catilinarios tal como apunta el propio Cicerón en Cart. aAt. II 1, 11, y Cart, a su hermano Q. 1 1 ,6 .
48 Además de Sestio, Cicerón contó con algún tipo de favor económico por parte de su colega en el consulado Antonio, a quien en justa correspondencia terminaría defendiendo en el juicio por malversación de fondos durante su mandato al frente de la provincia de Macedonia. El trasfondo económico de esta operación inmobiliaria y la relación con estos personajes puede seguirse en la correspondencia con Ático (Cart, a Át. 112, 13 y 14), además de Fam. 4 y 5. Por otra parte, Aulo Gelio (X II12, 2-4) nos informa de que una buena parte del préstamo fue obtenido de Publio Sila, al que Cicerón tampoco tuvo ningún reparo en defender pese a que este pariente del dictador fue condenado y excluido del consulado bajo la acusación de ambitu en el 66 y pese a existir sospechas sobre su participación en la conjura de Catilina.
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