"Cuando filósofos del siglo XX como Fritz Mauthner y Wittgenstein atacaron la veneración supersticiosa por las palabras que descubrieron en filósofos como Platón, estaban criticando un subproducto de la escritura fonética. Es difícil imaginar que una filosofía como la platónica pudiera aparecer en una cultura oral. Igualmente difícil resulta imaginársela en Sumer. ¿Cómo se podría simbolizar en pictogramas un mundo de formas incorpóreas? ¿Hasta qué punto podían ser representadas unas entidades abstractas como las realidades últimas en un modo de escritura que todavía evocaba el mundo de los sentidos?
El hecho de que en China no surgiera nada parecido al platonismo es sintomático. La escritura china clásica no es ideográfica, como se ha creído habitualmente, pero debido a lo que A. C. Graham considera su «combinación de riqueza gráfica y pobreza fonética», no fomentaba el tipo de pensamiento abstracto que produjo la filosofía platónica. Platón fue lo que los historiadores de la filosofía llaman un realista: creía que los términos abstractos designaban entidades espirituales o intelectuales. Por el contrario, a lo largo de toda su prolongada historia, el pensamiento chino ha sido nominalista: ha entendido que hasta los términos más abstractos solo son etiquetas, nombres aplicados a la diversidad de cosas que hay en el mundo. Como consecuencia, los pensamientos chinos casi nunca han confundido las ideas con hechos.
El legado de Platón en el pensamiento europeo fue un trío de palabras con mayúscula: lo Bueno, lo Bello y lo Verdadero. En nombre de esas tres abstracciones, se han librado guerras y se han establecido tiranías, se han arrasado culturas y se han exterminado pueblos. Europa debe buena parte de su historia de muerte y destrucción a los errores de pensamiento engendrados por el alfabeto."
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