jueves, 21 de diciembre de 2017

G. W. F. Hegel - La dialéctica del amo y el esclavo

Platón - La República




"Y así, cada gobierno establece las leyes según su conveniencia: la democracia, leyes democráticas; la tiranía, leyes tiránicas, y del mismo modo los demás. Al establecerlas, muestran los que mandan que es justo para los gobernados, lo que a ellos conviene, y al que se sale de esto lo castigan como violador de las leyes y de la justicia. Tal es, mi buen amigo, lo que digo es que en todas las ciudades es idénticamente justo: lo conveniente para el gobierno constituido. Y éste es, según creo, el que tiene el poder; de modo que, para todo hombre que discurre bien, lo justo es lo mismo en todas partes: la conveniencia del más fuerte"

Ernst Bloch




Max Ernst



Arnold Böcklin



G J Whitrow - El Tiempo en la Historia


"De ser así, está claro que el origen del concepto de número, al igual que el origen del lenguaje, está estrechamente relacionado con el modo en que nuestras mentes operan en el tiempo, es decir, con nuestra capacidad de atender, en sentido estricto, a una sola cosa a la vez y a nuestra incapacidad de hacerlo durante mucho rato sin extraviar nuestras mentes. Por tanto, nuestra idea del tiempo está íntimamente relacionada con el hecho de que nuestro proceso de pensamiento consiste en una secuencia lineal de actos discontinuos de atención. Como resultado, asociamos de modo natural el tiempo con el contar, que es el más simple de todos los ritmos. Seguramente no es casualidad que las palabras «aritmética» y «ritmo» procedan de dos términos griegos derivados de una raíz común que significa «fluir». La relación entre el tiempo y el contar se trata con mayor profundidad en mi libro The Natural Philosophy of Time."

El brujo de trois frères

(Paul Radin - Primitive Man as Philosopher)

"Durante casi 3.000 años, el registro de acontecimientos históricos de los egipcios se caracterizó por una preocupación por las listas reales y una falta de datos precisos. Sólo conocemos un historiador egipcio, Manetón, el escriba sacerdotal que compiló la lista de todos los faraones y los dividió adecuadamente en determinados grupos o dinastías, que todavía hoy emplean los egiptólogos. Pero Manetón, que vivió en el siglo III a.C., escribió en griego y su obra debe considerarse más helenística que egipcia."

Manetón

martes, 12 de diciembre de 2017

Alejandra Pizarnik & León Ostrov - Cartas


Gérard de Nerval

"Pero me gustaría quedarme varios años, ganarme mi vida varios años, trabajar como cualquier ser adulto, escribir (estoy escribiendo), no pensar en publicar sino escribir algunos años, sin urgencia, lentamente, tranquila, etc. Y además leer, estudiar, en fin, vivir adultamente. Si consigo quedarme en este empleo (estoy trabajando con Edmundo Eichelbaum, quiero decir, en la misma oficina, creo que usted lo conoce; en verdad, fue él quien le habló de mí a Gorkin y fue por él que conseguí el empleo). Lo que sucede es que no deja de parecerme irrisorio y sorprendente donar siete horas de mi día, donarlas así, sabiendo que la muerte existe, y muchas cosas hermosas existen, y muchas cosas terribles, y trabajar así, como si no pasara nada, como si uno no viniera a la tierra por un tiempo breve. Todo esto me asombra profundamente, pero considerando racionalmente que hace un mes yo me quería suicidar, considerando que la imagen de mi vida era un golpearse la cabeza en la pared, y que ahora, cuando salgo de aquí, sólo tengo sed de cosas bellas, considerando todo esto, creo, en fin, que todo irá mejor."

EL DESPERTAR

A León Ostrov
Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
y se ha volado
y mi corazón está loco
porque aúlla a la muerte
y sonríe detrás del viento
a mis delirios
Que haré con el miedo
Que haré con el miedo
Ya no baila la luz en mi sonrisa
ni las estaciones quemasen palomas en mis ideas
Mis manos se han desnudado
y se han ido donde la muerte
enseña a vivir a los muertos
Señor
El aire me castiga el ser
Detrás del aire hay monstruos
que beben de mi sangre
Es el desastre
Es la hora del vacío no vacío
Es el instante de poner cerrojo a los labios
oír a los condenados gritar
contemplar a cada uno de mis nombres
ahorcados en la nada
Señor
tengo veinte años
También mis ojos tienen veinte años
y sin embargo no dicen nada
Señor
He consumado mi vida en un instante
La última inocencia estalló
Ahora es nunca o jamás
o simplemente fue
¿Cómo no me suicido frente a un espejo
y desaparezco para reaparecer en el mar
donde un gran barco esperaría
con las luces encendidas?
¿Cómo no me extraigo las venas
y hago con ellas una escala
para huir al otro lado de la noche?
El principio ha dado a luz el final
Todo continuará igual
Las sonrisas gastadas
El interés interesado
Las preguntas de piedra en piedra
Las gesticulaciones que remedan amor
Todo continuará igual
Pero mis brazos insisten en abrazar al mundo
porque aún no les enseñaron
que ya es demasiado tarde
Señor
Arroja los féretros de mi sangre
Recuerdo mi niñez
cuando yo era una anciana
Las flores morían en mis manos
porque la danza salvaje de la alegría
les destruía el corazón
Recuerdo las negras mañanas de sol
cuando era niña
es decir ayer
es decir hace siglos
Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
y ha devorado mis esperanzas
Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
Qué haré con el miedo


Gérard de Nerval - Artemisa

La Decimotercera vuelve: otra vez primera;
Y es la Única siempre — o el único momento:
¿Pues eres Reina, oh Tú, la primera o postrera?
¿Y eres tú Rey, tú el Único o tú el último amante?

La rama dorada







lunes, 11 de diciembre de 2017

Alberto Manguel - Con Borges


"Este enfoque generoso de la literatura (que compartía con Montaigne, con Sir Thomas Browne, con Laurence Sterne) a su vez explica su aparición en tantas y tan variadas obras, hoy agrupadas bajo el denominador común de su presencia: la página inicial de Las palabras y las cosas de Michel Foucault, donde se cita una famosa enciclopedia china (concebida por Borges) en la cual los animales se dividen en varias sorprendentes categorías, como los «pertenecientes al Emperador» y los que «de lejos parecen moscas»; el personaje del bibliotecario ciego y asesino que, bajo el nombre de Jorge de Burgos, ronda la biblioteca monástica de El nombre de la rosa de Umberto Eco; la referencia esclarecedora y admirativa a un texto de 1932, «Los traductores de Las mil y una noches», en Después de Babel, el insoslayable libro de George Steiner sobre la traducción; las palabras finales de «Nueva refutación del tiempo» pronunciadas por la máquina moribunda en Alphaville de Godard; las facciones de Borges fundiéndose con las de Mick Jagger en la escena culminante del fallido film Performance (1968) de Roeg y Cammel; el encuentro con el Viejo Sabio de Buenos Aires en Dead Man’s Chest de Nicholas Rankin y En la Patagonia de Bruce Chatwin. Durante los últimos años de su vida, Borges intentó escribir un cuento llamado «La memoria de Shakespeare» (el cual, si bien lo publicó a la larga, nunca juzgó a la altura de sus intenciones), la historia de un hombre que hereda la memoria del autor de Hamlet. Desde Foucault y Steiner hasta Godard y Eco o los más anónimos lectores, todos hemos heredado la vasta memoria literaria de Borges."

"Hay escritores que tratan de reflejar el mundo en un libro. Hay otros, más raros, para quienes el mundo es un libro, un libro que ellos intentan descifrar para sí mismos y para los demás. Borges fue uno de estos últimos. Creyó, a pesar de todo, que nuestro deber moral es el de ser felices, y creyó que la felicidad podía hallarse en los libros. «No sé muy bien por qué pienso que un libro nos trae la posibilidad de la dicha —decía—. Pero me siento sinceramente agradecido por ese modesto milagro.» Confiaba en la palabra escrita, en toda su fragilidad, y con su ejemplo nos permitió a nosotros, sus lectores, acceder a esa biblioteca infinita que otros llaman el Universo. Murió el 14 de junio de 1986 en Ginebra, ciudad en la que había descubierto a Heine y a Virgilio, a Kipling y a De Quincey, y en la cual leyó por primera vez a Baudelaire, a quien entonces admiraba (llegó a saber de memoria Las flores del mal) y de quien luego abominó. El último libro que le fue leído, por una enfermera del hospital suizo, fue el Heinrich von Ofterdingen de Novalis, que había leído por vez primera durante su adolescencia en Ginebra."

Nigel Warburton - La caverna de Platón y otras delicias de la filosofía


1. Platón - La república

2. Aristóteles - Ética Nicomáquea

3. Boecio - La consolación de la filosofía

4. Nicolás Maquiavelo - El principe

5. René Descartes - Meditaciones Metafísicas

6. Thomas Hobbes - Leviatán

7. Baruch de Espinoza - Ética

8. John Locke - Ensayo sobre el entendimiento humano

9. John Locke - Segundo tratado sobre el gobierno civil

10. David Hume - Investigación sobre el conocimiento humano

11. David Hume - Diálogos sobre la religión natural

12. Jean-Jacques Rousseau - El contrato social

13. Immanuel Kant - Crítica de la razón pura

14. Immanuel Kant - Fundamentación de la metafísica de las costumbres

15. Arthur Schopenhauer - El mundo como voluntad y como representación

16. John Stuart Mill - Sobre la libertad

17. John Stuart Mill - El utilitarismo

18. Soren Kierkegaard - O lo uno o lo otro

19. Karl Marx & Friedrich Engels - La ideología alemana (Primera parte)

20. Friedrich Nietzsche - La genealogía de la moral

21. A.J. Ayer - Lenguaje, verdad y lógica

22. Jean-Paul Sartre - El ser y la nada

23. Ludwig Wittgenstein - Investigaciones filosóficas

24. John Rawls - Teoría de la justicia

jueves, 7 de diciembre de 2017

Robert Walser - El paseo


"—¿Podría —pregunté con timidez— ver y apreciar al instante lo más esmerado y serio, y por tanto naturalmente también lo más leído y más rápidamente reconocido y vendido? Me obligará en alto grado a inusual agradecimiento si me hace el enorme favor y tiene la bondad de mostrarme ese libro, que, como sin duda nadie sabe con tanta exactitud como precisamente usted, ha encontrado el máximo favor tanto en el público lector como en la temida y, por tanto sin duda también, halagada crítica, y lo seguirá encontrando. No sabe cuánto me interesa saber enseguida cuál de todos los libros u obras de la pluma aquí apilados y expuestos es ese libro favorito en cuestión, cuya visión con toda probabilidad, como he de sospechar del modo más vivo, me convertirá en inmediato, alegre, entusiasta comprador. El deseo de ver al escritor favorito del mundo instruido y su obra maestra admirada, entusiásticamente aplaudida, y como he dicho probablemente de comprarla, me hormiguea y cosquillea por todos los miembros. ¿Puedo rogarle que me muestre ese libro exitosísimo para que el ansia que se ha apoderado de todo mi ser se satisfaga y deje de inquietarme?"



Juan Marsé - Si te dicen que caí


Pedro Ugarte - Los cuerpos de las nadadoras



Cuando los camareros te tutean, las putas te saludan por la calle y pierdes continuamente al póker, es el momento de cambiar de ciudad.
MIGUEL SÁNCHEZ-OSTIZ, El santo al cielo

"Mi abuela hablaba de las lunas y las mareas, de los proverbios populares que profetizaban granizos o sequías. Sus rodillas doloridas predecían las tormentas. El calendario que manejaba no estaba formado por días numerados, sino por nombres de santos, festividades eclesiásticas, cumpleaños de parientes fallecidos hacía muchos años. En su modo de percibir el tiempo aún había alusiones a tareas agrícolas, solsticios y cuartos de luna, y un tajo singular dividía la historia de sus años con la misma eficacia lapidaria con que el nacimiento de Cristo divide la historia humana. En nuestra familia, todos los sucesos, las costumbres, las desgracias o los golpes de fortuna caían siempre a uno u otro lado: habían ocurrido antes o después de la guerra, y tantas veces oí de ella esas expresiones que aun siendo yo muy niño era consciente de que hacía mucho tiempo una singular detonación transformó todas las cosas, las hizo irremediablemente distintas a como habían sido hasta entonces, a como podían haber sido."

"Años más tarde, pensé muchas veces cuánto debía la sociedad a aquellas reuniones de mujeres maduras y opulentas, seguras de sí mismas, del coherente transcurso de sus días, de la consistencia patrimonial de sus maridos. No era la policía, ni el ejército, ni la banca, ni los poderes públicos los que sostenían al Estado. No eran los maestros vocacionales los que, con su esfuerzo cotidiano, introducían a los pequeños en el engranaje colectivo. Ni los psiquiatras quienes salvaban a los paranoicos de cometer masacres en los supermercados. Ni los sacerdotes los que inclinaban la balanza de los potenciales suicidas hacia el desistimiento. Eran aquellas mujeres las que lo sostenían todo: las oscuras jornadas laborales, los ascensos y los despidos, los tratados internacionales, el sistema penitenciario y la eficacia de las administraciones tributarias; eran ellas las que levantaban un enmarañado laberinto de obligaciones y responsabilidades para que en él se introdujeran los demás, con sólo mirarlas a los ojos, cuando aún son muy pequeños, y aceptan de sus manos enjoyadas un inocente trozo de turrón."

"Horacio me ofreció una taza. Entonces emitió algunos sonidos indescifrables, que quizás pertenecían a un idioma desconocido.
—Es una hierba que se cultiva al pie de las montañas del Himalaya. Se parece al té. Una infusión algo más suave y mucho más aromática.
—¿Lo ha leído en alguna enciclopedia? —pregunté, mientras recibía mi taza.
—No. Viví allí durante algunos años.
No me encontraba en disposición de afirmar que aquello era sólo una espléndida mentira. En cierto modo, uno teme a los hombres que han estado en muchos sitios, aquellos que han viajado por el mundo. Uno tiene la impresión, en su presencia, de que nunca podrá referir un comentario medianamente interesante.
—Yo odio viajar —declaré—. Odio cambiar mis costumbres.
—Entonces, ¿cómo puede escribir?
No estaba seguro de las intenciones de Horacio, porque cada vez que él hablaba, antes de beber, se cubría cuidadosamente los labios con la taza y no había modo de identificar en ellos esos sutiles movimientos delatores, esas casi imperceptibles contracciones musculares donde a menudo puede leerse con mayor claridad que en las palabras.
—Trato de imaginarme cosas —respondí—. Por ejemplo, podría inventar un personaje que jurara haber vivido mucho tiempo al pie de las montañas del Himalaya, un personaje que hablara de una hierba cuyo nombre no podría repetir dos veces porque es imaginario."

domingo, 3 de diciembre de 2017

Franz Kafka - El Cazador Gracchus


"6 de abril de 1917. En el pequeño puerto en el que, excepto barcas de pesca, sólo suelen amarrar los dos vapores de pasajeros que atienden el tráfico en el lago, había hoy una embarcación desconocida. Una vieja y pesada barca, relativamente baja y muy panzuda, llena de suciedad, como si por todas partes hubiesen derramado sobre ella agua sucia, la amarillenta pared exterior parecía estar todavía goteando, los mástiles incomprensiblemente altos, el palo mayor roto en su tercio superior, las velas arruga das, bastas, de color marrón amarillento, tendidas en todas direcciones entre las vergas, puros remiendos, incapaces de resistir un golpe de viento.
Largo tiempo estuve mirando aquello con asombro, aguardando a que compareciera alguien en la cubierta, nadie vino. Un trabajador se sentó a mi lado en el muro del muelle: «¿De quién es ese barco?», pregunté, «hoy es la primera vez que lo veo». «Viene cada dos o tres años», dijo el hombre, «y es del cazador Gracchus.»"



Matt Ridley - The Red Queen: Sex and the Evolution of Human Nature


"Whatever determines sexual attraction, the Red Queen is at work: If for most of human history beautiful women and dominant men had more children than their rivals —which they surely did because the dominant men chose beautiful wives, and together they lived off the toil of their rivals— then in each generation women became that little bit more beautiful and men that little bit more dominant: But their rivals did, too, being descendants of the same successful couples. So standards rose, too: A beautiful woman needed to shine still more brightly to stand out in the new firmament: And a dominant man needed to bully or scheme still more mercilessly to get his way. Our senses are easily dulled by the commonplace, however exceptional it may seem elsewhere or at other times: As Charles Darwin put it, “If all our women were to become as beautiful as the Venus de Medici, we should for a time be charmed; but we should soon wish for variety; and as soon as we had obtained variety, we should wish to see certain characters in our women a little exaggerated beyond the then existing common standard.”[491] This, incidentally, is as concise a statement as could be made for why eugenics would never work: A page later Darwin describes the Jollof tribe of West Africa, famous for the beauty of its women; it deliberately sold its ugly women into slavery. Such Nazi eugenics would indeed gradually raise the level of beauty in the tribe, but the men’s subjective standards of beauty would rise as fast: Since beauty is an entirely subjective concept, the Jollofs were doomed to perpetual disappointment."



sábado, 2 de diciembre de 2017

Arthur Conan Doyle - Estudio en escarlata


"—Entiéndame —explicó—, considero que el cerebro de cada cual es como una pequeña pieza vacía que vamos amueblando con elementos de nuestra elección. Un necio echa mano de cuanto encuentra a su paso, de modo que el conocimiento que pudiera serle útil, o no encuentra cabida o, en el mejor de los casos, se halla tan revuelto con las demás cosas que resulta difícil dar con él. El operario hábil selecciona con sumo cuidado el contenido de ese vano disponible que es su cabeza. Sólo de herramientas útiles se compondrá su arsenal, pero éstas serán abundantes y estarán en perfecto estado. Constituye un grave error el suponer que las paredes de la pequeña habitación son elásticas o capaces de dilatarse indefinidamente. A partir de cierto punto, cada nuevo dato añadido desplaza necesariamente a otro que ya poseíamos. Resulta por tanto de inestimable importancia vigilar que los hechos inútiles no arrebaten espacio a los útiles."

"—Tal como me ha relatado el lance, parece cosa de nada —dije sonriendo—. Me recuerda usted al Dupin de Allan Poe. Nunca imaginé que tales individuos pudieran existir en realidad.
Sherlock Holmes se puso en pie y encendió la pipa.
—Sin duda cree usted halagarme estableciendo un paralelo con Dupin —apuntó—. Ahora bien, en mi opinión, Dupin era un tipo de poca monta. Ese expediente suyo de irrumpir en los pensamientos de un amigo con una frase oportuna, tras un cuarto de hora de silencio, tiene mucho de histriónico y superficial. No le niego, desde luego, talento analítico, pero dista infinitamente de ser el fenómeno que Poe parece haber supuesto."