lunes, 13 de noviembre de 2017

Stefan Zweig - Montaigne


"Cuando Michel de Montaigne llega al mundo, una gran esperanza empieza a extinguirse, una esperanza igual a la que nosotros mismos hemos vivido a principios de nuestro siglo, la esperanza de una humanización del mundo. En el curso de una vida humana, el Renacimiento había brindado a la feliz humanidad, con sus artistas, sus pintores, sus poetas y sus eruditos, una belleza nunca esperada con semejante plenitud, y parecía alborear un siglo o, mejor dicho, parecían alborear siglos en los que la fuerza creadora acercaba paso a paso, ola tras ola, la oscura y caótica existencia a lo divino. De pronto, el mundo se había vuelto vasto, pleno y rico. Los sabios rescataron de la Antigüedad, con las lenguas latina y griega, la sabiduría de Platón y de Aristóteles y la devolvieron a los hombres: el Humanismo, con Erasmo al frente, prometía una cultura armoniosa, cosmopolita; la Reforma parecía fundar una nueva libertad de credo junto a la nueva amplitud del saber. Las distancias y las fronteras entre los pueblos desaparecieron, pues la imprenta recién inventada daba a cada palabra, a cada significado y a cada pensamiento la posibilidad de difundirse con rapidez; lo que era dado a un pueblo parecía pertenecer a todos, y así se creó una unidad de espíritu por encima de las desavenencias de los reyes, los príncipes y las armas. Y otra maravilla: a la vez que el mundo espiritual, también el mundo terrenal, físico, se expandió hasta horizontes insospechados."

No hay comentarios:

Publicar un comentario