"Siempre me ha parecido un exceso de ingenuidad pensar que nadie —porque nos ama, esto es, porque a solas ha determinado amarnos transitoriamente y luego nos lo ha anunciado— va a comportarse con nosotros de manera distinta de como lo vemos comportarse con los demás, como si nosotros no estuviéramos destinados a ser los demás inmediatamente después de la determinación solitaria y la anunciación del otro, como si de hecho no fuéramos siempre también los demás además de nosotros."
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